Por qué tu cerebro te mantiene atrapada en el miedo, la urgencia o la quietud

Vivimos atrapadas en un ciclo de estrés, urgencia o agotamiento sin saber por qué. Lo que sentimos no es casualidad: nuestro cerebro opera en tres sistemas emocionales que regulan nuestras reacciones ante el mundo.
Estos sistemas, heredados de la evolución, nos ayudaron a sobrevivir en tiempos antiguos, pero hoy pueden convertirse en un obstáculo. Si alguna vez te has preguntado por qué te cuesta relajarte, por qué vives en alerta o por qué sientes que nunca es suficiente, este artículo te ayudará a entender qué está pasando en tu cerebro y cómo recuperar el equilibrio.
Cómo evolucionaron nuestros sistemas emocionales y por qué a veces nos sabotean
Nuestros ancestros dependían de estos tres sistemas para sobrevivir:
- El sistema de amenaza les permitía detectar peligros y reaccionar rápido para protegerse.
- El sistema de impulso los motivaba a buscar comida, refugio y recursos esenciales.
- El sistema de seguridad les permitía recuperarse y conectar con la tribu.
El problema es que, aunque hoy no vivimos rodeadas de depredadores y podemos conseguir alimentos en el supermercado sin necesidad de cazar, nuestro cerebro sigue funcionando como si estuviéramos en la selva.
Ejemplo:
- Un ancestro ve un león → su sistema de amenaza se activa → huye o lucha
- Hoy, un jefe nos hace una crítica → nuestro sistema de amenaza se activa → sentimos miedo, ansiedad o ira y podemos reaccionar con otro ataque.
El cerebro no distingue entre una amenaza real y una imaginada. Por eso, muchas veces reaccionamos con ansiedad ante situaciones que no ponen en riesgo nuestra vida.
Sistema de amenaza: cuando el miedo toma el control
Este sistema es como una alarma interna. Su función es detectar peligros y prepararnos para reaccionar de inmediato. Cuando se activa, el cuerpo libera cortisol y adrenalina, lo que nos hace sentir tensión, ansiedad y urgencia.
Ejemplo en la vida moderna:
- No recibes respuesta a un mensaje y tu mente empieza a generar escenarios catastróficos.
- Te enfrentas a una crítica y sientes la necesidad de defenderte o desaparecer.
- Un imprevisto te hace entrar en pánico, como si fuera una emergencia de vida o muerte.
Cuando este sistema está sobreestimulado, aparecen síntomas como:
- Ansiedad crónica
- Reacciones impulsivas o desproporcionadas
- Fatiga y problemas de sueño
- Sensación constante de peligro
¿Por qué nos quedamos atrapadas aquí?
Porque el cerebro está diseñado para dar más peso a las experiencias negativas. Esto se llama sesgo de negatividad y hace que recordemos más las críticas que los elogios y que anticipemos problemas incluso cuando no existen. El objetivo de esto, como siempre, es sobrevivir.
Sistema de impulso: el motor que nunca se detiene
Este sistema nos da energía y motivación para actuar. En tiempos antiguos, servía para cazar, recolectar y buscar refugio. Hoy, nos impulsa a trabajar, estudiar, hacer ejercicio o planear el futuro.
El problema es que cuando nos quedamos atrapadas en este sistema, nunca sentimos que es suficiente.
Ejemplo en la vida moderna:
- Terminas una meta y en lugar de sentir satisfacción, ya estás pensando en la siguiente.
- No puedes estar quieta sin sentir culpa por no ser productiva.
- Te obsesionas con lograr algo porque crees que solo entonces te sentirás bien.
Cuando este sistema está sobreestimulado, aparecen síntomas como:
- Estrés por alcanzar objetivos constantemente
- Dificultad para disfrutar los logros porque ya estás pensando en el siguiente
- Búsqueda compulsiva de placer inmediato (comida, redes, compras)
- Adicción
- Sensación de vacío cuando no hay algo en qué enfocarse
- Falta de conexión contigo misma y con los demás, dejas de sentir.
¿Por qué nos quedamos atrapadas aquí?
La dopamina, el neurotransmisor del placer y la recompensa, nos impulsa a buscar más y más. La sociedad moderna refuerza esto con mensajes como «sé más productiva», «logra más», «nunca pares». Y otros motivos que pueden tener que ver con tu historia.
Sistema de seguridad: el refugio que muchas olvidamos
Este sistema nos permite relajarnos, sentirnos seguras y conectar con los demás. Es el único de los tres que nos ayuda a recuperarnos del estrés y la exigencia constante.
Ejemplo en la vida moderna:
- Pasar tiempo con alguien que te hace sentir bien.
- Estar presente en un momento sin pensar en lo que sigue.
- Sentir tranquilidad sin necesidad de hacer nada en especial.
Cuando este sistema está debilitado, sentimos:
- Dificultad para relajarnos incluso en momentos de descanso
- Desconexión emocional con nosotras mismas o con los demás
- Sensación de insatisfacción aunque todo esté «bien» en apariencia
En este sistema predomina la serotonina y la oxcitocina.
Cómo saber en qué sistema pasas más tiempo
En este artículo te dejo una tabla con las diferencias para que te sea más fácil identificarlo.
Ningún sistema es bueno o malo y el tiempo que pases en cada uno, no es culpa tuya. Tiene que ver con tu crianza, las reacciones aprendidas, la biología y los traumas que puedas haber sufrido. Lo que si está en tu mano es la responsabilidad para comprender por qué reaccionas así y hacer algo para modificiarlo.
La clave es el equilibrio entre estos sistemas. Todos son necesarios en su justa medida. No podemos eliminar la amenaza ni el impulso, pero sí podemos hacer que el sistema de seguridad tenga más espacio en nuestra vida.
Nuestro cerebro evolucionó para ayudarnos a sobrevivir, pero en la actualidad, muchas de sus funciones pueden jugar en nuestra contra. Si te sientes constantemente estresada, en alerta o agotada, es posible que estés atrapada en el sistema de amenaza o de impulso.
La clave no es forzarte a «estar bien», sino entender cómo funcionan estos sistemas y hacer pequeños cambios para equilibrarlos.
Cuando le das espacio al sistema de seguridad, tu vida se vuelve más tranquila, disfrutable y plena. Si no puedes salir de alguno de ellos, quizá es hora de pedir ayuda profesional.
¡Sígueme para más contenido!