Salud mental materna: ¿Los padres son el problema?

En los últimos meses se han multiplicado artículos y debates sobre la salud mental de las madres. Uno de los titulares más polémicos afirma que “el verdadero problema de la salud mental materna son los padres”.
Pero ¿es realmente así? Aquí te comparto mi opinión profesional basada en mi experiencia como psicóloga de mujeres, la mayoría de ellas madres en etapa perinatal o crianza.

Madres desbordadas: el contexto

Para empezar, pongamos un poco de contexto.

Recientemente se han presentado en el parlamento europeo los resultados de una encuesta realizada por Make Mothers Matter: En España casi el 78% (10 puntos más sobre la media europea) de las encuestadas se sienten sobrecargadas, cansadas y asumiendo casi toda la carga mental de los cuidados de los hijos. 

En otro estudio reciente sobre la “carga mental” del hogar, las madres reportaron ser responsables de alrededor del 73 % del trabajo cognitivo doméstico (planificación, anticipación, delegación), mientras que los padres asumieron un 27% en promedio.

Las madres son las gerentes de las familias y lo más triste es que no cobran un sueldo por ello.

Madres solas: la realidad que veo en consulta

En mi consulta lo veo a diario: el 90% de las madres que me consultan están desbordadas. Y no se trata solo de una sensación, realmente lo están. ¿Qué significa? Que asumen tantas tareas y soportan tal nivel de carga mental y exigencia, que resultaría casi imposible sostenerlo sin que aparezcan altos niveles de ansiedad y otros síntomas.

Te comparto otro dato súper interesante:

  • Una madre, en promedio es interrumpida cada 3 minutos. Esto es unas 400 veces al día.

Las interrupciones crónicas generan estrés, perjudican la atención y en consecuencia la memoria.

No son las hormonas, ni el embarazo, ni la maternidad lo que enferma. Es la soledad. Sin embargo, en mi opinión, no hay un único responsable de esto.

¿Quién es el responsable de la salud mental materna?

El problema es complejo, es decir, involucra varios aspectos. Si bien es cierto que no todas las familias funcionan así, estamos viendo en números que la mayoría sí. Esta es una realidad que no podemos negar, porque si la negamos, no la podemos resolver.

Los roles de género, los mandatos sociales y familiares sobre lo que deben ser una mujer y un hombre; el sistema laboral y económico; las nuevas formas de criar; la adaptación a los cambios en los roles de género; el insuficiente abordaje y actualización de la salud mental por parte de la salud pública y los aspectos psicológicos inconscientes que se reactivan con la maternidad y la paternidad son, en mi opinión, algunos de los principales factores responsables de la crisis actual de la maternidad.

A todo esto hay que sumarle la velocidad del mundo actual y la cantidad de actividades que realizamos por los valores de inmediatez y productividad imperantes en la época.

Aspectos culturales de la crisis de maternidad actual

Antes las mujeres (en general) solo maternaban y se ocupaban de la casa. No solo no tenían que ponerse de acuerdo con otra persona, sino que esa era la única función. Además, esto también era el mandato social. Y no es lo mismo solo maternar cuando es lo que se espera de ti y lo que te inculcaron en tu casa, que muchas veces se vuelve un deseo real, que cuando no. Si es lo que se espera, es probable que tengas la sensación de que haces lo correcto y puedas disfrutarlo más o que esté más en línea con tu identidad. En cambio, cuando no es así, aparecen la culpa, la autoexigencia y la insatisfacción. Supongo que no hace falta aclarar que son estos sentimientos sostenidos los que enferman.

Hoy la mujer carga sobre sus espaldas nuevos mandatos. Tiene que trabajar —y mejor si es exitosa—, estar en forma, ser saludable, mantener una vida social activa y una casa impecable. Además, debe sostener el deseo sexual aun en medio del cansancio y el desborde, y, por supuesto, criar a sus hijos con “crianza positiva y respetuosa”, aunque nadie nos haya enseñado cómo hacerlo.

A esto se suma que muchas mujeres desean de verdad desarrollarse profesionalmente. Pero la biología no cambió: para ser madre se pone el cuerpo entero —cuerpo, mente y psiquismo— y a los tres meses (un plazo irreal) ya se espera que vuelva a trabajar. La alternativa es dejar de trabajar un tiempo y que la pareja la mantenga, con el riesgo de que, si la relación no va bien, tenga que recuperar su «lugar» en el mundo laboral.

No es solo cultura: lo biológico y lo aprendido

 Dado que siglos de **roles de género** han naturalizado que la mujer se ocupe “de todo”, a las mujeres nos cuesta salir de este lugar. Esto está reforzado biológicamente. 

El cuerpo femenino, por embarazo y lactancia, hace que la madre esté más implicada desde el inicio y a su vez, que tome consciencia más rápidamente de los cambios en su independencia y rutinas. Esto al hombre le suele llevar más tiempo, sobre todo si es un hombre que no tuvo en su infancia permitido sensibilizarse.

La neurociencia confirma que en los primeros meses el bebé tiende a preferir a la madre como figura principal de apego. 

Biológicamente así lo necesita el bebé para un desarrollo óptimo y la madre para una recuperación adecuada y una buena vinculación con su bebé.

Durante la crianza, también sucede. Es muy común que los niños prefieran a su madre y hasta rechacen a su padre.
Esto es porque el cerebro del niño para favorecer su seguridad, crea una jerarquía de figuras de apego. No todas las personas son iguales para su sistema nervioso: hay una figura primaria (generalmente mamá) y luego figuras secundarias (papá, abuelos, etc.). Esto lo hace en base a:
 
  • La cantidad de tiempo presente desde el nacimiento
  • La consistencia emocional que ha percibido el niño
  • El lenguaje corporal y tono de voz regulador
  • Las experiencias de consuelo vividas
 
Cuanto más tiempo pasas con un niño, más sintonizas con él y mejor reconoces lo que necesita; al poder responder a esas necesidades, el niño confiará más y te buscará con mayor frecuencia cuando requiera algo.
 

Conciliación y maternidad

De esto solo voy a decir que es inexistente y que el sistema laboral actual ignora por completo la biología y las necesidades de desarrollo de un bebé humano.

Que si pusieran esto en agenda, seguramente tendríamos una sociedad mucho más sana y amorosa.

Que el sistema de «vuelta al trabajo» me parece violento con los niños y con las madres.

Si quieren sigan a @malasmadres para estar bien al día.

Generación bisagra y maternidad

En la actualidad vivimos una serie de cambios que nos ponen en crisis. Es decir, tenemos que aprender a hacer las cosas de una manera totalmente nueva, que antes no habíamos visto.

Hoy toca aprender a compartir la casa, la crianza y el trabajo entre dos, repartir tareas y conciliar posturas.

¿Cómo se lleva una pareja, «pareja»? La igualdad también hay que aprender a gestionarla.

Antes no era necesario, ahora sí. Y no es fácil. Menos aún cuando, por una cuestión cultural, somos sobre todo las mujeres las que llevamos años trabajando en nosotras mismas.

Acercarnos y funcionar como equipo cuesta.

La crianza también cambia radicalmente. Nos criaron con autoritarismo y, a muchos, con violencia. Ahora tenemos que aprender a poner límites con argumentos y autoridad, algo que exige muchísimo más esfuerzo mental, conocimientos y calma… justo lo que escasea en una sociedad atravesada por la velocidad y la ansiedad. Quienes no logran sostenerlo corren el riesgo de criar niños sin límites, con todas las consecuencias que eso implica.

Traumas inconscientes en la maternidad y la paternidad

Un aspecto poco hablado es que la maternidad y la paternidad reactivan experiencias pasadas.

Muchos padres y madres reviven, de forma consciente o inconsciente, sus propias heridas infantiles, sus vínculos con sus progenitores y la posición que ocuparon como hijos. Incluso el modelo que vieron en casa de lo que una pareja o una familia es. Esto puede generar bloqueos, exigencias excesivas o dificultades para conectar con sus propios hijos y con la pareja.

Si no se aborda, este trasfondo emocional complica aún más la dinámica familiar.

Acceso al sistema de Salud mental y maternidad

Hoy en día, en España, acceder a una psicoterapia científica y de calidad sigue siendo un privilegio. En el sistema público apenas hay capacidad para atender a quienes ya llegan en un estado grave, y aun así con largas demoras. Todo lo que no entra en la categoría de “grave” suele resolverse con medicación en el CAP, con un seguimiento mínimo y sin recomendación de psicoterapia, sencillamente porque no hay profesionales suficientes para cubrir la demanda de forma gratuita. Es un tema muy amplio, pero quiero remarcar algo básico: la salud mental es salud, y sobran razones para que madres y padres puedan acceder a una atención psicológica de calidad y gratuita.

La velocidad del mundo actual y la maternidad

Tampoco me voy a extender mucho aquí, solo decir que gestionar la semana de un niño hoy no es lo mismo que hace 20 años.

La cantidad de actividades, eventos y exigencias que tienen los niños hoy acompaña el mismo ritmo frenético que llevamos los adultos. Estamos tan agotadas que muchas veces deseamos que termine ya el verano para estar más “tranquilas”, o que acaben las vacaciones para, supuestamente, “descansar”.

Un ejemplo: mirad la película Bambi. Es de hace varias décadas y, si la vemos ahora, nos resulta casi imposible sostenerla porque da la sensación de que “no pasa nada”. La tecnología ha cambiado nuestra percepción: el tiempo parece ir más rápido.

Así, gestionar cumpleaños infantiles, casales, días de libre disposición, canguros, extraescolares, fiestas del cole, reuniones, vacunas, citas médicas, el dentista, regalos para fechas especiales, ordenar la habitación, preparar un menú semanal nutritivo, comprobar qué comieron en el cole o planificar vacaciones antes de que se agoten las opciones asequibles… solo por nombrar algunas tareas de la carga mental, se vuelve una auténtica maratón.

Conclusión: ni víctimas ni victimarios de la salud mental

La victimización de la mujer y la culpabilización del hombre tienen consecuencias, y no son buenas para nadie.
Creer que el hombre es “el culpable” solo te lleva a colocarte en el lugar de víctima, y desde ahí poco se puede resolver. Además, genera una sensación de injusticia e impotencia que, sostenida en el tiempo, enferma y aumenta la ansiedad. Difícilmente desde ese estado las cosas se vuelvan más fáciles.

Por otro lado, atacar al hombre solo lo dejará más fuera de la escena.

Como expuse en este artículo, son varios los factores que hacen que hoy muchas mujeres estén bastante solas frente a la maternidad. Pero de todos ellos, solo podemos ocuparnos de uno, lo que sucede en nuestra casa.

 El padre no tiene la culpa, pero sí ocupa un rol privilegiado que debería asumir con la mayor responsabilidad y compromiso posibles.

Cuando el padre está presente y comprometido, puede mejorar la situación familiar en su conjunto. No es responsable de los problemas de salud mental de la madre, pero sí puede contribuir mucho a su mejorarla.

En este otro artículo te dejo los reclamos más habituales de las madres sobre los padres y algunas ideas sobre qué podemos hacer como madres, como padres y como sociedad para transformar esta realidad.

Si sientes que necesitas un espacio de ayuda en esta etapa, puedes pedir tu primera cita conmigo online o presencial.

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