La proyección
La proyección es un mecanismo de defensa psicológico en el que atribuimos a los demás sentimientos, pensamientos o impulsos que en realidad son nuestros. Según Freud, la realidad es el espejo donde vemos nuestro reflejo. Este fenómeno está estrechamente relacionado con la percepción, ya que nuestra interpretación de las acciones y características de otras personas a menudo refleja aspectos de nuestra propia personalidad o experiencias internas. Por ejemplo, si somos críticas con nosotras mismas, es probable que percibamos a los demás como críticos o juzgadores. Reconocer este mecanismo nos permite entender mejor nuestras reacciones y trabajar en nuestro desarrollo personal.
El desarrollo personal es en sociedad. Los otros nos sirven de espejo, mostrando lo que necesitamos resolver. No vemos el mundo y los demás como son, sino como nosotras somos.
¿Cómo funciona la proyección?
La proyección se relaciona con la percepción y la creación de la realidad. Te dejo este artículo con más información.
Nuestra mirada refleja más de nosotras mismas que lo que vemos.
La proyección no es una patología, pero hay personas que proyectan mucho. Solo significa que tienen poco autoconocimiento.
El funcionamiento de la proyección puede resumirse en esta sencilla fórmula:
Lo que no te gusta/aceptas/te falta de/en ti, lo proyectas en el mundo (es lo que ves en el mundo).
Puede presentarse de maneras tan variadas que a veces nos puede costar identificarla y por eso en un proceso de terapia donde alguien te mira desde afuera, puede ser más fácil.
Cuando no te falta, cuando te aceptas, el mundo es simplemente lo que es. Y tu puedes ser parte de él y vincularte con los demás de manera genuina. De lo contrario, siempre estarás vinculándote contigo misma, hasta que puedas resolver.
Dicho de otra manera, lo que no tienes dentro, lo crearás afuera. Porque lo buscarás. Buscarás los obstáculos que te mantengan enfrentada a este conflicto para que puedas resolverlo. Este proceso es inconsciente hasta que puedas verlo.
La proyección y el trauma: para qué proyectamos
La proyección funciona de manera similar a un trauma. Por ejemplo, si alguien tiene un accidente de coche y sueña repetidamente con él, intenta procesar los hechos. Lo mismo sucede con un conflicto interno, que proyectamos en todo y en todos para resolverlo.
Cuando la repetición trae consecuencias costosas o no encuentras salida, conviene pedir ayuda.
¿Cómo darme cuenta de si estoy proyectando?
- ¿Te enojas con muchas personas?
- ¿Crees que todo te sale mal, que todos están en tu contra?
- ¿No toleras a nadie?
- ¿No te dura una pareja o una amistad?
- ¿Siempre te quedas sin dinero?
- ¿Tienes problemas con todos tus jefes o tus compañeros de trabajo?
- ¿Tienes conflictos repetitivos con tus familiares o con tu pareja?
- ¿Sientes que siempre te ocurre lo mismo?
- ¿Siempre te decepcionan?
- ¿Todos te abandonan?
Si te identificas con las preguntas anteriores, es probable que estés proyectando y adoptando una posición de víctima. Esto te impide resolver el problema.
Trabajar en integrar tu sombra te hará más consciente y te permitirá aceptarte a ti misma y a los demás. Así, tus vínculos serán más genuinos y saludables, basados en tus deseos y no en tus carencias. Esto te permitirá ser la protagonista de tu historia y diseñar tu vida como desees, dentro de lo humanamente posible.
Algunos ejemplos de proyección
Cuando te encuentras con un problema que insiste y te cuesta resolver. Ya sea con tus hijos, tu trabajo, tu pareja, tus amistades, etc., puede que allí estés proyectando algo propio que necesitas trabajar.
Cuando te ocurre una y otra vez lo mismo, es probable que estés proyectando.
También podemos estar proyectando fuera un conflicto interno cuando nos molesta demasiado algo. No quiero decir que no puedas tener preferencias, pero cuando algo te perturba, al punto de no soportarlo, es probable que haya proyección.
Por ejemplo, quizá no soportas a las personas perezosas, no puedes ni verlas. Una interpretación sencilla sería pensar que no aceptas tu propia pereza; quizá porque tienes un mandato de producir; quizá porque temes que si frenas y descansas, todo se irá al demonio; quizá porque temes encontrarte contigo misma y darte cuenta de que lo que vienes haciendo hasta ahora no te hace feliz. Quizá te recuerda a tu padre cuando era paresozo y no quería jugar contigo.
Hay muchas variantes según cada caso, pero lo que sirve para todos los casos es el conocimiento de que si me perturba, es por algo que tiene que ver conmigo y no con esa persona.
Sería maravilloso poder darle el lugar a esto para pensar, investigar y entender de dónde viene para así hacerlo consciente. Poder integrarlo y resolver el conflicto. Dejando de proyectarlo y creando una nueva realidad en la cual somos protagonistas de nuestro destino.
Una aclaración importante: cuando proyectamos algo en los demás, no quiere decir que el otro no tenga nada que ver con eso. Seguramente algo haya, pero nosotros nos seguimos cruzando con esas personas o bien, esas personas nos siguen perturbando porque el conflicto permanece dentro nuestro.
Otro tipo de proyección
Con nuestros padres por ejemplo, puede pasar que nos molesten porque sean distintos a la imagen que tenemos de ellos, a como quisiéramos que fueran. Entonces estamos en conflicto permanente y es este conflicto interno el que estamos proyectando en realidad.
Nuestros hijos, también nos reflejan nuestras propias faltas de la niñez, nuestros conflictos de adolescentes. Cuando esto ocurre es porque no hemos procesado aún dichos conflictos y no estamos vinculándonos con nuestros hijos genuinamente sino con nosotras mismas, hasta que podamos resolver.
¿Cómo dejar de proyectar? Primer paso
El tema no es dejar de hacerlo porque es parte del funcionamiento humano, sino detectarlo.
Pondría el foco en aprender de la situación y no en rechazar la proyección. Tomar lo que sucede como un señal que me marca dónde debo trabajar.
Propongo tomar esta frase y comenzar a investigarla desde el final hasta el comienzo:
Primero ver en tu “destino”. Esto sería lo que estás viviendo hoy, que se fue gestando años atrás. Y revisar si ocurre alguna de estas situaciones:
- Posturas rígidas y emociones extremas: detesto, odio, no soporto, me perturba, tal persona, tal situación, etc.
- Conflictos recurrentes: peleas repetitivas, situaciones que se repiten de la misma manera, con tu pareja, tus hijos, amigos, compañeros de trabajo, familiares, etc.
- Posiciones repetitivas: siempre me pasa lo mismo, me dejan, me engañan, me decepcionan, me echan del trabajo, etc.
- ¿El culpable de lo que te ocurre siempre es otro?
¿Cómo dejar de proyectar? Segundo paso
Si descubres que en tu vida hay algo o alguien que te perturba, entonces, acepta este conocimiento. Acepta que si estás en esta situación hay algo de tí en todo esto y decídete a encontrarlo.
Pregúntate y sé sincera, ¿Qué de lo que no soporto en el otro, hay en mí? ¿Qué tendría de malo si yo fuera de esa manera o me comportara de tal forma?
¿Qué me preocuparía de ser así? Continúa indagando hasta llegar a algo que te haga sentido.
Libera al otro de la responsabilidad y hazte protagonista de tu historia, deja el rol de víctima.
Si descubres que hay un patrón en tu vida que se repite y que siempre terminas en el mismo lugar. Entonces pregúntate, ¿Qué pasa dentro de mí para que me genere esta realidad? ¿Para qué necesito repetir una y otra vez la misma situación? ¿Qué debo aprender de esto?
¿Qué me falta dentro que se lo estoy pidiendo al otro?
Reflexión final
Un ejemplo simple podría ser una persona que no se acepta a sí misma. Porque en el fondo cree que no es suficiente o que no merece. Entonces busca parejas que no la valoran, que no le dan su lugar, etc. En este vínculo habrá problemas porque esta persona terminará exigiéndole amor, atención, lugar al otro porque no lo tiene dentro suyo.
Cuando logre aceptarse, probablemente dejará de buscar este tipo de parejas y paradójicamente encontrará parejas que sí le demostrarán su amor.
Si puedes registrar estas situaciones en tu vida y llegar al fondo de la cuestión, habrás tomado consciencia de lo propio proyectado. Así podrás trabajar en aceptarte e integrar tu sombra.
Es un proceso que a veces puede ser más fácil que otras. Hay libros que ayudan a reflexionar sobre el tema como “Encuentro con la sombra” de varios autores.
Si te interesa este tema, te dejo un video de Lorena Llobenes. Es neurocientífica y explica esto desde las neurociencias contemplativas.
Si quieres que te acompañe en el proceso de conocerte mejor, pídeme una sesión!