El trauma: qué es y cómo se genera

qué es el trauma

En este artículo defino de modo resumido qué es el trauma y explico cómo se genera.

El trauma como experiencia interna

Como he mencionado en otros artículos, el trauma no es solo un evento externo; es una experiencia que nos sobrepasa, y que no hemos podido procesar, simbolizar ni integrar. Cuando algo nos supera hasta el punto de dejarnos sin capacidad para gestionarlo, eso se puede convertir en trauma. Lo interesante es que no siempre tiene que ser algo que parezca traumático desde afuera. Algo que es traumático para una persona, puede no serlo para otra. Situaciones como el rechazo de una compañera en el colegio o presenciar peleas entre nuestros padres pueden resultar traumáticas, especialmente en función de nuestra edad, nuestras herramientas emocionales o nuestro contexto cultural.

“El trauma no es lo que sucede. El trauma es lo que sucede dentro de ti, como resultado de lo que te sucede.” Gabor Maté

Trauma y cuerpo

Por supuesto, también existen experiencias universalmente traumáticas, como una violación o un abuso. Es decir, experiencias que superarían la capacidad de gestión de cualquier persona, aunque aún así hay variaciones en el impacto, que dependen de varios factores. Es sobre este tipo de trauma en el que me enfocaré aquí. De cualquier forma, en esencia, el trauma es una herida que se bloquea en el cuerpo, donde se almacenan las emociones y los químicos asociados a esa emoción que no pudieron descargarse durante el evento.

Cuando algún elemento de la situación traumática se repite o algo se le asemeja, esa “herida” tiende a revivirse, como si el cuerpo y la mente estuvieran atrapados en esa experiencia pasada. De esto hablo más ampliamente en este artículo.

“El trauma no es solo un evento que tuvo lugar en el pasado, también es la huella que esa experiencia dejó en la mente, el cerebro y el cuerpo.”
Bessel van der Kolk

¿Cómo se genera un trauma?

Cuando vivimos una experiencia traumática sin posibilidad de huir o defendernos, el cuerpo y la mente recurren a la desconexión como mecanismo de protección. Aunque el cuerpo no puede escapar, la mente y las emociones se distancian para evitar el dolor. Esta desconexión altera nuestra interocepción (la conexión interna con nosotras mismas) y nos protege de emociones dolorosas, pero a su vez limita nuestra atención al mundo interno y las propias necesidades.

Esta inmovilización deja atrapada en el cuerpo la energía y los químicos liberados por la adrenalina y el cortisol, generando muchas veces una sensación de pérdida de poder y culpa por no haber podido “hacer nada”.

¿Cómo se manifiesta el trauma?

Como he explicado, el trauma deja una huella multisensorial en nuestro cuerpo y nuestra mente, que puede reactivarse en cualquier momento. Esta reactivación muchas veces produce vergüenza, culpa y la creencia de “soy defectuosa”. A nivel corporal, el trauma crea una desconexión temporal que hace que el sistema nervioso reaccione como si el evento aún estuviera presente. Esto provoca una sensación de impotencia y de amenaza constante, atrapándonos en un estado de reproche por el pasado y de miedo anticipado por el futuro.

Las personas que han sufrido trauma suelen vivir en un estado de hipersensibilidad, con respuestas intensas a estímulos aparentemente menores, debido a la activación de memorias corporales. Esta hipersensibilidad contribuye al aislamiento, la desconexión social y una percepción constante del mundo como un lugar inseguro.

El cuerpo recuerda lo que la mente olvida.

Ante un estímulo específico, podemos experimentar emociones intensas y no entender por qué. Un sonido, un olor o incluso una expresión facial pueden activar recuerdos implícitos que el cuerpo reconoce, aunque nuestra mente no lo haga.

Esto es vivir en un estado de supervivencia. En otros artículos exploro más en detalle las consecuencias del trauma, a nivel general y en el sistema nervioso.

Es importante aclarar que el trauma no es una condena, pude integrarse, sanarse, procesarse.

Afortunadamente todo esto se puede trabajar. Se puede trabajar en el presente para entender que lo sucedido en el pasado ya terminó. Se puede trabajar en volver a confiar en los demás y conectar contigo misma. Se puede trabajar en recuperar tu propia confianza y seguridad, en aceptar lo sucedido y entender que no fue tu culpa, que eres valiosa y que mereces tener una buena vida.

Si te sientes identificada con lo que cuento en este artículo y quieres acompañamiento, pídeme una sesión.

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