El Eje Intestino-Cerebro: La Conexión entre tu Intestino y tu Mente

El eje intestino-cerebro es la conexión bidireccional entre el sistema nervioso central y el sistema nervioso entérico (ubicado en el intestino). Este sistema es tan complejo que a menudo se le llama “el segundo cerebro” y se comunica con el cerebro principalmente a través del nervio vago y de la producción de neurotransmisores, modulada por la microbiota. A pesar de que se lo ha delegado a segundo cerebro, ya veremos que de segundo, nada.
El sistema entérico: de segundo cerebro, nada
El sistema nervioso entérico (SNE), conocido como el «segundo cerebro», es una extensa red de neuronas que gobierna el funcionamiento del tracto gastrointestinal. Este sistema opera de manera autónoma, sin necesidad de consultar al cerebro, y es capaz de aprender y recordar, lo que le permite coordinar funciones digestivas complejas. Además, interactúa estrechamente con el sistema inmunológico, influyendo en procesos inflamatorios.
Durante el desarrollo embrionario, el SNE se origina a partir de células de la cresta neural que migran hacia el tubo digestivo, formando la red neuronal más extensa fuera del cerebro. Esta complejidad le permite regular funciones como la motilidad intestinal, la secreción de enzimas y la absorción de nutrientes.
La comunicación entre el SNE y el cerebro se realiza a través de los sistemas nerviosos simpático y parasimpático, facilitando una interacción bidireccional que coordina las respuestas digestivas con el estado general del organismo.
Con esta información ya podemos comenzar a entender por qué las alteraciones digestivas tienen una relación con las alteraciones psicológicas. Veamos más.
Funciones del eje intestino-cerebro
- Regulación emocional: El intestino y sus bacterias influyen en el estado de ánimo al producir serotonina, dopamina y otros neurotransmisores que regulan las emociones.
- Memoria y aprendizaje: Una microbiota sana facilita la memoria, la concentración y el aprendizaje. Para simplificarlo, si nos sentimos mal, esta información llega a nuestro cerebro aunque no seamos conscientes y no es tan fácil concentrarse y aprender.
- Respuesta al estrés: El eje intestino-cerebro ayuda a regular la respuesta al estrés. Cuando el sistema nervioso simpático se activa (en situaciones de estrés), la digestión se ralentiza.
- Influencia en el comportamiento: La microbiota afecta nuestro comportamiento y bienestar emocional. Nuestra percepción está influenciada por nuestra microbiota.
¿Qué altera la conexión intestino-cerebro?
La inflamación es uno de los principales factores que interfiere en esta conexión. Algunas causas de inflamación incluyen:
- Estrés crónico: El estrés continuo altera el sistema inmunológico y perjudica la microbiota.
- Mala alimentación: Azúcares, grasas saturadas, colorantes, conservantes, aditivos y alimentos procesados provocan disbiosis.
- Sedentarismo: La falta de movimiento afecta la salud del intestino y por ende, del cerebro y bienestar.
- Toxinas ambientales: Sustancias como el tabaco, el alcohol, y algunos metales pesados pueden inflamar el intestino.
- Malos hábitos de sueño: Dormir mal afecta la microbiota y aumenta el riesgo de inflamación. Ver higiene del sueño.
Estrategias para fortalecer el eje intestino-cerebro
- Alimentación consciente: Consumir alimentos antiinflamatorios y probióticos, como yogur y kéfir. Esto no es una receta que sirva para todo el mundo, si tienes problemas digestivos, debes consultar con especialistas. Recomiendo muchísimo este sitio: Instituto Gaia. Si no los tienes, puedes intentar tener una dieta variada y anti-inflamatoria.
- Ejercicio regular: Actividades físicas como el baile mejoran la salud intestinal y fortalecen la conexión intestino-cerebro. Lo más importante es moverte lo más que puedas.
- Reducción del estrés: Practicar meditación, respiración profunda y otras técnicas de relajación ayuda a regular el sistema nervioso y la digestión. La clave es tener un terreno fértil para poder sobre llevar lo que la vida presente.
- Fortalecer vínculos: Interactuar socialmente y mantener relaciones sanas también beneficia la microbiota. Una red de vínculos genuinos.
La microbiota y el eje intestino-cerebro son piezas clave para mantener una salud integral. Cuidar de ambos sistemas no solo ayuda a mejorar la digestión, sino también el estado de ánimo, el equilibrio emocional y el bienestar general.
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