El estrés: cómo impacta en tu cuerpo, mente y microbiota

El estrés es una respuesta biológica diseñada para situaciones agudas de peligro que requieren acción inmediata. Sin embargo, en la vida moderna, este mecanismo se activa de forma crónica ante circunstancias cotidianas, como el trabajo, la familia o las obligaciones diarias. Este cambio ha transformado al estrés en una de las principales causas de inflamación y desequilibrios en el cuerpo, afectando no solo el sistema nervioso, sino también el cardiovascular, digestivo, inmune, endócrino y la microbiota.
Agudo vs. crónico
Estrés agudo:
- Activa el sistema nervioso simpático para prepararnos ante un peligro inmediato.
- Es adaptativo y puntual, con bajo impacto negativo a largo plazo.
- Nos permite reaccionar rápidamente, optimizando nuestra eficacia.
Estrés crónico:
- Surge de situaciones mantenidas en el tiempo, como conflictos familiares o laborales no resueltos.
- Libera cortisol de forma constante, lo que suprime el sistema inmune, genera inflamación y afecta al equilibrio corporal.
- Impacta negativamente en la microbiota, aumentando bacterias proinflamatorias y reduciendo la capacidad de resiliencia.
Microbiota y estrés: una relación bidireccional
Cómo el estrés afecta a la microbiota:
- Altera su composición, disminuyendo la diversidad microbiana.
- Bloquea la actividad del nervio vago y la síntesis de neurotransmisores, empeorando el bienestar mental.
- En casos de estrés crónico, como en el síndrome de colon irritable, se observa un aumento sostenido del cortisol.
Cómo la microbiota regula el estrés:
- Una microbiota equilibrada actúa como un amortiguador del estrés, reduciendo la inflamación y fortaleciendo la respuesta inmune.
- Personas resilientes suelen tener una microbiota más rica y diversa, con mayor capacidad para tolerar el estrés.
¿Cómo reducir el impacto?
Para manejar el estrés y minimizar sus efectos en el cuerpo y la microbiota, es clave trabajar en cinco pilares básicos:
Actitud vital:
- Cultiva pensamientos positivos y emociones proactivas.
- La compasión, el amor y la solidaridad son antiinflamatorios.
Alimentación:
- Una dieta equilibrada y rica en fibra ayuda a mantener una microbiota diversa.
- Evita alimentos procesados, ya que favorecen la inflamación.
Ejercicio físico:
- La actividad moderada mejora la circulación, regula el sistema nervioso y fortalece la microbiota.
- Dormir bien y respetar los ciclos naturales del cuerpo reduce el estrés crónico.
Gestión emocional:
- Practica mindfulness, respiración consciente y meditación para calmar el sistema nervioso y estimular el nervio vago.
El estrés no es en sí el enemigo, sino cómo reaccionamos ante él. Adoptar herramientas como una alimentación saludable, movimiento consciente y prácticas de autorregulación no eliminará los desafíos de la vida, pero te permitirá afrontarlos desde un estado físico y emocional más sólido.
Si sientes que hagas lo que hagas sigues sintiéndote siempre estresada, quiero que sepas que estas pautas son preventivas y complementarias, pero si hay un problema de fondo, puede ser necesario que recurras a una terapia. Si quieres intentarlo, escríbeme.
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