Inflamación: El rol oculto en las enfermedades físicas y psíquicas

inflamación

La inflamación es una respuesta natural del cuerpo ante lesiones, infecciones o estrés, diseñada para defendernos y promover la curación. En situaciones agudas, como un corte o una infección, es útil y temporal: el cuerpo envía células inmunitarias al área afectada para reparar el daño. Sin embargo, cuando esta respuesta se vuelve crónica o persistente, deja de ser beneficiosa y comienza a afectar negativamente la salud, actuando como una «inflamación silenciosa» que incrementa el riesgo de enfermedades físicas y psíquicas.

¿Por qué la inflamación es perjudicial cuando se vuelve crónica?

Cuando la inflamación es constante, el cuerpo está en un estado de alerta prolongado, y esto daña tejidos y órganos en lugar de protegerlos. En este estado inflamatorio persistente, el sistema inmunitario responde de forma descontrolada, y el equilibrio general del organismo se ve afectado. Estudios recientes muestran que la inflamación crónica es un factor clave en el desarrollo de múltiples enfermedades, desde afecciones cardiovasculares y diabetes hasta trastornos mentales como ansiedad y depresión.

¿Cuáles son sus causas?

Puede ser causada por varios factores, entre ellos:

  1. Estrés crónico: La exposición prolongada al estrés genera una liberación constante de hormonas como el cortisol que afecta el sistema inmune.

  2. Desequilibrio de la microbiota (disbiosis): Un desequilibrio en la microbiota intestinal afecta la barrera intestinal, lo que permite la entrada de toxinas y microorganismos al torrente sanguíneo.

  3. Alimentación poco saludable: El consumo de dietas ricas en azúcares, grasas saturadas, alimentos procesados y aditivos.

  4. Sedentarismo: La falta de actividad física ralentiza el metabolismo.

  5. Malos hábitos de sueño: Dormir mal afecta la regulación hormonal y el sistema inmunitario.

  6. Toxinas ambientales: La exposición a contaminación ambiental y electromagnética (auriculares, móviles) el tabaco, el alcohol y algunos metales pesados promueve este estado.

  7. Uso excesivo de ciertos medicamentos: Antibióticos, anticonceptivos y algunos antiinflamatorios no esteroideos alteran la microbiota y pueden favorecer la inflamación.

Culpa de la evolución: Por qué antes la inflamación no era crónica y ahora sí

Desde una perspectiva evolutiva, la inflamación aguda actuaba como una alarma diseñada para movilizarnos: nos empujaba a hacer cambios, buscar ayuda y reconectar con el clan. Este mecanismo era claro y efectivo: “Resuelve esto o mueres.” La biología no se preocupaba por los efectos secundarios como la toxicidad o el daño tisular; la prioridad era garantizar la supervivencia inmediata.

En el pasado, los peligros que enfrentábamos eran agudos y concretos, como un depredador o una herida. Respondíamos, buscábamos ayuda, y el problema se resolvía rápidamente. Sin embargo, en la actualidad, los seres humanos nos enfrentamos a problemas más abstractos y prolongados, como el estrés crónico o la soledad persistente. Estas situaciones no se resuelven con rapidez, pero nuestra biología sigue respondiendo como si fueran emergencias agudas.

El desarrollo del córtex cerebral nos ha permitido razonar, disimular y soportar el malestar, lo que complica aún más las cosas. En lugar de actuar, muchas veces reprimimos o ignoramos lo que sentimos. Como resultado, la inflamación, diseñada para ser temporal, se vuelve crónica.

Nuestra biología, que evolucionó para lidiar con lo agudo, aún no se ha adaptado a los problemas crónicos de la vida moderna. Así, seguimos respondiendo de la misma manera, pero sin la resolución rápida que antes garantizaba nuestra supervivencia. Es este desajuste entre nuestra evolución y el mundo actual lo que hace que la inflamación crónica sea una de las principales amenazas para nuestra salud.

¿Cuáles son las consecuencias?

La inflamación crónica tiene efectos profundos en el organismo, genera cambios estructurales a largo plazo y está relacionada con múltiples problemas de salud. Entre las principales consecuencias se encuentran:

  • Activación del sistema nervioso: La amígdala se activa, poniendo los sentidos en máxima alerta y generando un impulso de acción para buscar un cambio inmediato. La corteza prefrontal, encargada de las funciones racionales y ejecutivas, disminuye su actividad, cediendo el control al cerebro reptiliano, centrado en la supervivencia.

  • Efectos en el hipocampo: El hipocampo, responsable de la memoria y el aprendizaje, reduce su actividad. Si el estrés es crónico, su volumen puede disminuir, afectando la capacidad cognitiva. 

  • Daño en la conectividad neuronal: Disminuye la capacidad de generar nuevas conexiones entre neuronas (sinaptogénesis). La mielinización, que protege los axones y facilita la comunicación neuronal, también se reduce, un fenómeno que se observa en enfermedades como la esclerosis múltiple.

  • Disbiosis y alteración de la microbiota: La disbiosis es causa y consecuencia de la inflamación.

  • Alteración de neurotransmisores: La inflamación puede influir en la producción de neurotransmisores como la serotonina, afectando el estado de ánimo y predisponiendo a trastornos psíquicos como ansiedad y depresión.

  • Excitabilidad cerebral e insomnio: Algunas áreas del cerebro se vuelven hiperexcitables, lo que puede derivar en insomnio. 

  • Desregulación del sistema inmunitario: El sistema inmune se ve comprometido, lo que puede causar tanto hiperrespuesta (alergias, enfermedades autoinmunes) como hiporrespuesta (infecciones recurrentes).

  • Aumento de la permeabilidad de las barreras: La inflamación crónica afecta la permeabilidad intestinal y la barrera hematoencefálica, permitiendo que sustancias potencialmente dañinas lleguen a órganos vitales como el cerebro, lo que incrementa el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.

Síntomas de la inflamación crónica

La inflamación crónica puede manifestarse de distintas maneras en el cuerpo. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:

  1. Síntomas psicológicos:

    • Cambios en el estado de ánimo, falta de motivación, ansiedad, pérdida de control, adicciones.
    • Dificultades en la función cognitiva: problemas para aprender, recordar, concentrarse y tomar decisiones.
  2. Síntomas neurológicos:

    • Dolores de cabeza, migrañas, problemas de sueño, cansancio mental.
    • Riesgo aumentado de enfermedades neurodegenerativas y trastornos del neurodesarrollo.
  3. Síntomas físicos:

    • Digestivos: Diarrea, estreñimiento, gases y digestión pesada.
    • Piel y mucosas: Sequedad, eczemas, picor y otros problemas dermatológicos.
    • Sistema músculo-articular: Fatiga, dolores musculares y calambres.
    • Sistema inmunológico: Hiperrespuesta (alergias) o hiporrespuesta (infecciones recurrentes).

Su relación con enfermedades psíquicas

Estudios recientes han encontrado una relación directa entre inflamación crónica y enfermedades psíquicas. Cuando el cuerpo está en estado inflamatorio, los niveles de ciertos neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, se ven alterados. La serotonina, conocida como la «hormona de la felicidad», es fundamental para regular el estado de ánimo; cuando su producción disminuye, aumenta el riesgo de depresión y ansiedad. Además, la inflamación afecta el eje intestino-cerebro, lo cual influye directamente en la salud mental.

¿Cómo reducir la inflamación de manera natural?

Reducir la inflamación es fundamental para mejorar la calidad de vida y prevenir enfermedades. Algunas estrategias que pueden ayudar son:

  1. Alimentación antiinflamatoria: Prioriza alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras frescas, y alimentos antiinflamatorios como el aceite de oliva, los frutos secos y los pescados grasos. Si hay problemas, siempre consultar con especialistas.

  2. Ejercicio físico regular: La actividad física, como el baile, el yoga o caminar, ayuda a reducir la inflamación y favorece el equilibrio en el sistema inmunológico.

  3. Gestión del estrés: Practicar técnicas de relajación, como la meditación, la respiración profunda y el mindfulness, ayuda a reducir los niveles de cortisol y promueve la calma en el cuerpo. Conocerte mejora tu respuesta al estrés.

  4. Mejorar la calidad del sueño: Dormir de forma adecuada permite que el cuerpo se regenere y reduce el riesgo de inflamación.

  5. Cuidar la microbiota: Consumir alimentos ricos en fibra, prebióticos y probióticos (como el yogur y el kéfir) promueve un equilibrio saludable en la microbiota.

  6. Evitar tóxicos: Reducir el consumo de tabaco, alcohol y evitar la exposición a contaminantes ambientales.

La inflamación crónica es un enemigo silencioso que afecta tanto la salud física como la psíquica. Mantener hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada, ejercicio regular y técnicas de manejo del estrés, es clave para reducir la inflamación y prevenir enfermedades. La ciencia nos muestra cada vez más la importancia de entender y atender la inflamación como un factor integral en nuestra salud, recordándonos que una vida balanceada es el mejor remedio para nuestro cuerpo y mente.
 
En todas mis terapias, veo a las consultantes de una manera integral. Hoy más que nunca, los hábitos deben ser tenidos en cuenta en una terapia.

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