¿Cómo se ve el ego en el trabajo?

El ego y la violencia del sistema laboral
La forma en la que trataron a María cuando estaba embarazada es inhumana (con el perdón de los animales). Hay muy poca consciencia sobre lo que atraviesa una mujer que acaba de ser madre y de lo inhumano que es reintegrarse en 3 meses y dejar a su bebé. Aunque nos quieran convencer de que ambos necesitan eso, no es así.
No culpo a la persona que la trató de esa manera, ya que hay todo un sistema detrás y las víctimas somos todos. Lo que le estaba sucediendo a María con su trabajo, probablemente le ocurría de otra manera a la persona que tuvo que darle la noticia de su despido.
Alejarnos de nuestro ser a algunos nos vuelve violentos, amargados y oscuros. A María, esto la enfermó. La “incapacidad” que sentía María para reincorporarse al mercado laboral era su ser poniendo límites y ayudándola a encontrar su verdadero camino.
Hablemos un poco del ser, entonces.
¿Qué es el ser?
Tal vez te digas:
- ¿Qué es eso?
- Yo creo que no tengo ser, he nacido sin él.
- No sé cuál es mi ser.
- ¿Cómo me doy cuenta de cuál es mi ser?
¿Te has preguntado algo de esto? Pues no dejes de hacerlo hasta que lo descubras. Aquí van algunas reflexiones para ir preparando el terreno.
El ser, para entenderlo de alguna manera terrenal, es:
- Tu esencia
- Lo que permanece intacto pase lo que pase
- Tus valores internos
- Lo que te permite fluir sin forzar y estar en el presente
- Lo que más se ve de tí, cuando no estás actuando desde el ego.
El ego y el sufrimiento
Es muy difícil definir el ego. Encontrarán definiciones como amor propio, amor excesivo por uno mismo o el yo. Aquí te dejo la definición más científica posible.
Creo que el ego es lo que nos falta para ser. Esta definición no es muy precisa, así que daré algunas características del ego o pautas para verlo en acción. También te dejo este artículo donde lo desarrollo más.
Para mí, el ego es maravilloso, pues nos enseña el camino y nos marca nuestras falencias, faltas y necesidades. Dime de qué alardeas y te diré de qué careces.
Elijo querer a mi ego, porque gracias a él sé lo que necesito y dónde trabajar más para quererme de manera más genuina y alinearme con mi ser.
Por supuesto, habrá niveles de ego que me harán sufrir más que otros. Pero al final, el sufrimiento también es un amigo, ya que es un síntoma. Si le presto atención y lo acepto, me ayudará a evolucionar.
La trampa del ego en el trabajo y los proyectos
¡No me jodas Rocío, no quiero sufrir!
Entonces trabaja tu ego y sufrirás menos en los próximos aprendizajes. La otra opción para no sufrir sería morir, y los muertos son los únicos que no tienen problemas. Aclaro que esto último es un chiste.
El ego nos aleja del ser cuando le creemos lo que nos cuenta. Nos engaña haciéndonos creer que el deseo de otros es el nuestro y que seremos felices en el futuro si cumplimos ciertos objetivos.
Esto es un engaño, porque el único momento en el que podemos ser felices es ahora, en este mismo instante.
Por supuesto, los proyectos nos movilizan, motivan y hacen avanzar. Nos dan un sentido. Pero si estos proyectos están basados en el ego, en la promesa de un futuro feliz o en la expectativa de obtener aprobación externa, es probable que esto nunca se cumpla. Así, solo estaremos en una rueda de hámster, yendo hacia ningún sitio.
En cada futuro se presentará un nuevo objetivo con nuevas promesas.
Aquí es cuando puedes dejar de creer ese cuento. Solo tienes que volver a tu eje y recordar: ¡un momento! Puedo ser feliz ahora. Puedo hacer algo que me haga feliz ahora, más allá de que me lleve a algún objetivo futuro.
Por favor, no me malinterpreten. No estoy hablando de vivir en pleno placer y dejar el esfuerzo de lado. Solo digo que podemos hacer cosas que impliquen esfuerzo, pero que nos hagan felices a la vez.
El ego en el trabajo, la profesión y los mandatos
¿Y de dónde vienen estos mensajes de mi ego?
En general, provienen de una búsqueda de amor y aprobación.
Hasta que entendemos que las únicas que debemos aprobarnos y amarnos somos nosotras mismas, construimos un camino formado por pasos para obtener ese reconocimiento externo.
Damos los pasos que la sociedad, nuestra familia y nuestros padres nos pidieron:
- Gana dinero, haz algo con salida.
- Conviértete en médico como tu madre.
- Continúa con la empresa familiar.
- Sé la mejor madre del mundo.
- Obtén un título universitario y así serás alguien en la vida.
Y así podríamos seguir. Algunos mensajes pueden llevarnos a lugares más oscuros que otros.
No es que nuestros padres sean malos. A veces estos mensajes nos los dan cuando somos muy pequeños y los entendemos de manera muy literal. Quizá solo nos quisieron decir:
- Si te gusta algo, fórmate en eso para que te habilite a ejercerlo.
- Busca las herramientas para ser independiente.
- Admiran mucho a otra persona de la familia porque se dedica a dar su amor a otros curando enfermos, etc.
Nuestros padres nos hablan desde sus propios deseos no realizados, desde sus frustraciones y miedos, pero con todo el amor del mundo y el deseo final de que seamos felices.
Si nuestros padres no han aprendido a tener su ego a raya, probablemente nos aconsejen desde esa perspectiva creyendo que es lo mejor.
Así crecemos y continuamos entonces alejándonos de nuestro ser, o ¿acercándonos?
Aprovechar el ego para volver al ser
Propongo ver los pasos que damos siguiendo las instrucciones del ego (una carrera que no deseábamos, un trabajo que no disfrutamos, un título que no era lo que queríamos) como una luz. Una luz de alerta que nos muestra lo que no es nuestro, por dónde no debemos ir. Hasta que no encendemos la luz, no podemos ver.
Cuando enciendes la luz comienzas a ver las señales. Tu cuerpo comienza a hablar. Tienes síntomas físicos y psicológicos:
- Problemas intestinales
- Problemas en la piel
- Caída de cabello
- Ataques de ansiedad
- Intolerancias alimenticias
- Mal humor
- Agresividad
- Sentimientos de vacío
- Accidentes
- Enfermedades graves
- Migrañas
Todo esto se da de manera inconsciente y, si no trabajamos para descubrir qué nos ocurre, buscaremos formas de continuar silenciándolo.
Muchas veces estas situaciones se sostienen con medicación.
Pan para hoy, hambre para mañana.
Otras veces, con consumo excesivo de sustancias, entretenimiento, objetos, comida. Todo lo que pueda funcionar como evasión y que traerá nuevas patologías asociadas.
No somos lo que hacemos
En definitiva, el ego es una imagen idealizada de ti misma, necesaria para lidiar con el mundo real. El ser es lo que realmente eres. No eres tu título universitario, tu carrera laboral o tu puesto. No eres el coche o la casa que tienes, ni tu apellido, estatus o conocimientos.
En el ejemplo de la carrera universitaria, eres la fuerza, tenacidad, voluntad y curiosidad que has invertido en ella. Aunque no haya sido la carrera que querías, eres tú quien la transitó. Fueron tus valores internos los que te permitieron finalizarla. El título se puede romper, las leyes pueden cambiar y un día puede que no te lo reconozcan. Sin embargo, tus valores internos, tu ser, permanecerán intactos. No hay nada que pueda derrocar a tu ser.
Entender que no somos lo que hacemos ni lo que tenemos nos relaja y nos permite fluir. No hay a donde correr y nos libera del miedo, porque nada de lo que pase podrá destruir nuestro ser. Si pierdo mi trabajo de toda la vida o me quedo sin casa, serán situaciones difíciles y desafiantes, pero no se perderá mi ser en eso.
Lo mismo ocurre con lo que los demás piensan de mí. Cuando descubro que no soy lo que los demás piensan, la idea o expectativa que tienen se desvanece y no me rompo si alguien no me acepta.
Es el ego el que se preocupa, actúa desde la desesperación y el miedo. El ser está en calma, porque sabe que pase lo que pase, nada cambiará. No se queda enganchado en los sucesos de la vida, ni en los positivos ni en las frustraciones. Actúa desde la confianza.
María: una historia sobre cómo encontrar "la salida"
Trabajar el ego nos equilibra. Nos permite ver que no somos tan geniales ni tan horribles. Nos ayuda a reírnos de nuestros errores y de los de los demás, a aceptarnos y aceptar a otros. Nos permite no creernos más ni menos que nadie.
En las líneas que escribió María, hay una hermosa historia de sublimación. María logró convertir algo que le hizo daño en su vocación. Con esto pudo “retener” las memorias del crecimiento de su hija y compartirlas con su marido, que estaba lejos pero la sostenía. Juntos, pudieron superar la adversidad.
¡Vaya reparación, María! ¡Eso sí que es estar capacitada!
Gracias a sus pasos, María pudo encontrar su camino. Ahora tiene luz propia y ha logrado poner distancia entre su deseo y las expectativas ajenas.
Creo que finalmente, María ha encontrado su salida. Si tú también deseas encontrar la tuya, ¡escríbeme!