Soledad y trauma: cómo afectan nuestra biología desde la perspectiva de la Psiconeuroinmunología Integrativa (PNI)
La soledad es un elemento central en el impacto del trauma en nuestra biología. Según la Psiconeuroinmunología Integrativa (PNNI), el trauma no es solo un evento difícil de procesar, sino una experiencia que deja marcas profundas en nuestro sistema nervioso, inmunológico y cerebral. Este artículo explora cómo el trauma no resuelto, especialmente cuando va acompañado de soledad, puede alterar nuestra salud física y emocional, y cómo podemos trabajar para reconstruirnos desde un lugar de seguridad y conexión.
Trauma: un evento que nuestra biología no olvida
El trauma no es simplemente una experiencia dura, sino un acontecimiento inesperado que nuestra mente y cuerpo no han podido procesar completamente. Desde la perspectiva de la Psiconeuroinmunología Integrativa (PNNI), el trauma no integrado queda «atrapado» en nuestro sistema nervioso, generando una sensación de falta de energía. Aunque la energía está ahí, no está disponible, dejando al cuerpo y la mente en un estado de «cortocircuito».
El impacto del trauma está estrechamente relacionado con la soledad. Especialmente en la infancia, cuando no contamos con otro sistema nervioso que nos ayude a regularnos, el trauma puede tener un efecto más profundo. El cuerpo retiene estas experiencias, fragmentándolas para sostener la carga emocional, aunque parezca que las hemos olvidado. Nada se olvida, y en terapia, al sentirnos seguras, podemos recuperar y reconstruir estas historias inacabadas.
Cómo el trauma afecta al sistema inmunológico
El trauma no solo impacta nuestro sistema nervioso, sino también nuestra inmunidad. Cuando enfrentamos un evento traumático, el cuerpo genera una respuesta inflamatoria potente. Si la situación no se resuelve, esta inflamación puede volverse crónica, afectando nuestra energía, aumentando la susceptibilidad a enfermedades y provocando desequilibrios en nuestras barreras protectoras, como la digestiva y la cutánea.
Además, la memoria inmunológica guarda registro de los traumas no resueltos, perpetuando la percepción de peligro. Esto afecta nuestra serotonina, dopamina, oxitocina y GABA, claves para nuestro bienestar y conexión emocional.
El trauma y el desarrollo cerebral
El trauma también inhibe el desarrollo cerebral al frenar la producción una proteína esencial para la neurogénesis. Esto afecta especialmente a los niños, cuyo cerebro está en pleno desarrollo. Es necesario un entorno seguro y de confianza para sanar y crecer.
Reconstruir el equilibrio desde la conexión
Sanar el trauma comienza con crear un entorno de seguridad y conexión. Actividades como mindfulness, yoga, meditación y prácticas de respiración pueden ayudarnos a regular nuestro sistema nervioso, restaurar nuestra inmunidad y permitir que nuestras historias inconclusas encuentren un cierre.
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