Interocepción y Propiocepción: los sentidos ya son 7

En los últimos años, hemos empezado a entender que no solo percibimos el mundo a través de los cinco sentidos tradicionales. La interocepción y propiocepción son dos sentidos adicionales que nos permiten sentir y conectar con el cuerpo de una manera profunda. Mientras que la propiocepción nos ayuda a saber dónde está nuestro cuerpo en el espacio y coordinar movimientos, la interocepción nos conecta con el estado interno de nuestros órganos y sistemas. Estos dos sentidos son fundamentales para nuestra relación con el cuerpo y para regular nuestro bienestar, y conocerlos mejor puede tener beneficios terapéuticos sorprendentes.
Propiocepción: el sentido de nuestra posición en el espacio
La propiocepción es la capacidad de percibir la posición y el movimiento de nuestro cuerpo en el espacio sin necesidad de verlo. Esta percepción activa la corteza somatosensorial del cerebro, una región que integra la información sobre nuestras sensaciones físicas y coordina nuestros movimientos. Gracias a la propiocepción, podemos caminar sin mirarnos los pies, levantar un brazo sin vernos o sentir la tensión en nuestros músculos. Este sentido es esencial para la coordinación y el equilibrio y es particularmente sensible a la postura y el movimiento.
Interocepción: el sentido de lo que ocurre dentro de nosotras
La interocepción, por otro lado, es el sentido que nos permite sentir lo que ocurre en el interior del cuerpo, como el ritmo cardíaco, la respiración o la tensión visceral. Esta información viaja desde los órganos hacia el cerebro a través de la “vía interoceptiva,” permitiendo que el cerebro sepa en qué estado está cada sistema. Según Nazareth Castellanos, una investigadora destacada en este campo, la interocepción es clave para la auto-conexión y el autocuidado, ya que nos permite “escuchar” las necesidades de nuestro cuerpo. La interocepción también puede influir en nuestro estado emocional y en cómo percibimos el mundo.
La importancia terapéutica de la respiración
Uno de los sistemas interoceptivos más importantes y accesibles es la respiración. A diferencia de otros procesos internos como la digestión, la respiración es una función que podemos controlar conscientemente, lo que permite intervenir directamente en el sistema nervioso. Practicar la respiración consciente y profunda puede ayudarnos a reducir el estrés, regular el ritmo cardíaco y mejorar la conexión mente-cuerpo. Como destaca Nazareth Castellanos, la respiración es una herramienta terapéutica poderosa porque sus efectos son inmediatos y afectan tanto a nuestro estado físico como emocional.
¿Por qué el trauma afecta la interocepción y la propiocepción?
Las experiencias traumáticas pueden dañar tanto la interocepción como la propiocepción, afectando nuestra capacidad para conectarnos con el cuerpo. En situaciones de trauma, el cuerpo se desconecta como una respuesta de autoprotección, lo que dificulta la capacidad de sentir las señales internas (interocepción) y de percibir el cuerpo en el espacio (propiocepción). Esta desconexión afecta nuestra relación con el cuerpo y puede dificultar el proceso de sanación, ya que perdemos una importante fuente de información para autorregularnos.
Conclusión: una mirada ampliada a nuestros sentidos
Comprender la interocepción y propiocepción nos invita a expandir nuestra visión de los sentidos y a reconocer que nuestra percepción del cuerpo va mucho más allá de lo visible. Estos sentidos adicionales son esenciales para nuestra relación con el cuerpo y el bienestar general, y trabajar en ellos puede mejorar nuestra salud emocional y física.
En mi opinión, estas novedades nos abren muchas más posibilidades a la hora de ayudar a las personas a sanar. También nos lleva hacia terapias mucho más integrativas donde no vemos a la persona de manera separada, por un lado el cuerpo y por otro la mente.
En mis terapias utilizo todos estos avances para que puedas beneficiarte de ellos. Si quieres una sesión, escríbeme.
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